a Edna Garrido de Boggs
¿Cuántos pueblos dominicanos han quedado sin sus músicos tradicionales? ¿Cuántos copladores, decimeros, han dejado de existir, tanto materialmente, como –y peor- de la memoria colectiva de los pueblos? ¿Cuántas Bandas, Academias de música han sido abatidas por la política cultural de este país? Quiero compartir con ustedes esta brevísima reflexión.
Se ha entendido que la música popular esta referida indisolublemente a expresiones del folklore, ciertamente son muchos los géneros urbanos y populares con primigenios folklóricos, pero esta relación ha cambiado desde hace décadas, sobre todo a finales del siglo XX, y si bien lo mas evidente de este hecho es el desarrollo de la tecnología musical, los fenómenos socio-musicales urbanos y su dinámica hacia lo global, no de igual forma se pondera la incidencia de estos fenómenos en el campo. Las músicas y los músicos que “se quedan” de alguna forma u otra en el campo, ya sea en el espacio geográfico o dentro del concepto que las define –es decir, los músicos que “defienden” la originalidad de los ritmos folklóricos, parecen desfallecer ante la indiferencia, ignorancia mas bien.
Tomas Rivas Díaz. Músico empírico, de campo. Ha vivido toda su vida en el municipio de Jaragua, provincia Bahoruco –Neyba- ha formado parte del Ballet Folklórico de Jaragua desde hace varias décadas, como tamborero, tocador de mangulina, carabine, merengue, konpa ha marcado a varias generaciones. Desde la década ochenta pertenece a la Banda de Música Municipal, tocando redoblante. Asimismo es guirero y bongosero lo que le ha permitido subsistir en su pueblo tocando merengues y bachatas con grupos locales. Toma` Sasai su apodo, un genuino músico de campo.
¿Qué pasa con la música y el campo? Más que razones musicales, hay que buscar las razones sociales, económicas, y mientras pasa el tiempo… bueno, tener conciencia precisamente de cómo pasa… el tiempo, y la música.
Se ha entendido que la música popular esta referida indisolublemente a expresiones del folklore, ciertamente son muchos los géneros urbanos y populares con primigenios folklóricos, pero esta relación ha cambiado desde hace décadas, sobre todo a finales del siglo XX, y si bien lo mas evidente de este hecho es el desarrollo de la tecnología musical, los fenómenos socio-musicales urbanos y su dinámica hacia lo global, no de igual forma se pondera la incidencia de estos fenómenos en el campo. Las músicas y los músicos que “se quedan” de alguna forma u otra en el campo, ya sea en el espacio geográfico o dentro del concepto que las define –es decir, los músicos que “defienden” la originalidad de los ritmos folklóricos, parecen desfallecer ante la indiferencia, ignorancia mas bien.
Tomas Rivas Díaz. Músico empírico, de campo. Ha vivido toda su vida en el municipio de Jaragua, provincia Bahoruco –Neyba- ha formado parte del Ballet Folklórico de Jaragua desde hace varias décadas, como tamborero, tocador de mangulina, carabine, merengue, konpa ha marcado a varias generaciones. Desde la década ochenta pertenece a la Banda de Música Municipal, tocando redoblante. Asimismo es guirero y bongosero lo que le ha permitido subsistir en su pueblo tocando merengues y bachatas con grupos locales. Toma` Sasai su apodo, un genuino músico de campo.
¿Qué pasa con la música y el campo? Más que razones musicales, hay que buscar las razones sociales, económicas, y mientras pasa el tiempo… bueno, tener conciencia precisamente de cómo pasa… el tiempo, y la música.